Me despierto. No se que hora es. Miro el reloj y me avisa que aún es temprano. Me acomodo nuevamente de costado y cierro los ojos para intentar dormirme.
Trato de no pensar en nada, pero es imposible, siempre pienso en algo. Entonces me pongo a pensar en dormir, por ahí así logro algo.
Ahora estoy pensando que no puedo dormir.
Cambio de posición, del otro costado. Por ahí es eso. Lo mismo.
Empiezo a pensar porque no puedo dormir, porque es que me cuesta y pienso en puertas. Anoche soñé con puertas. ¿Qué son las puertas, por qué puertas? Había muchas. Abrí muchas. Todas me decían que no era esa.
Me pongo a pensar en las puertas. Cuatro años de terapia no son en vano. Las puertas tienen un significado. Había tantas puertas que me mareaba. Las opciones. Mis opciones. Tengo que elegir una y no se cual elegir. En realidad ya se cual elegir. Tengo miedo de abrir esa.
Me levanto de la cama, ya se que para mí el dormir se acabó por hoy.
Me pongo algún calzado qué encuentro por ahí y subo a la terraza. El otoño llegó. Lo se por el fresco de la madrugada, ese «no tan frío pero mejor ponete un saco».
Me acuesto y miro el cielo. Falta para que amanezca. Falta para que haya luz. Podría aprovechar para bañarme y prepararme para el trabajo, pero necesito paz.
Las puertas. Miro las estrellas y pienso en las puertas. Ya se cuál tengo que abrir. Pero tengo miedo. Siempre tengo miedo de abrir una puerta pero la abro igual. Siempre hago las cosas, por más miedo que tenga.
No se cuanto tiempo pasó pero noto a lo lejos unos colores cambiados. Puede ser que en alguna parte ya sea de día. Acá todavía no. Acá todavía veo las estrellas y ese color oscuro que no llega a negro.
La puerta. Las opciones. Tengo que hacerlo pero me da lástima. Por lo que pudo haber sido. Igualmente, tengo que pensar que no fui yo sola, medio como que del otro lado no hubo mucha respuesta.
La vida está llena de «what ifs», podes ahogarte en esos o podes no darles bola. A veces son tentadores.
Ahora tengo sueño. Acostada en la terraza tengo sueño. No se en que momento me tapé y me puse en posición fetal. No veo las estrellas ahora. Veo la puerta del lavadero. Tendría que entrar, bañarme y vestirme.
Ojalá no me equivoque. Ojalá sea la puerta correcta.
Me levanto, bajo, voy al baño, abro el agua, espero que se caliente y me meto en la ducha.
El agua está caliente.
Que se lleve todo.
Que se lleve las puertas.