Al otro lado del mundo

Hay cosas que solo pasan una vez en la vida, situaciones que no se van a volver a repetir, y solo está en nosotros poder disfrutarlas, tomarlas y convertirlas en experiencias únicas. Eso es lo que me pasó a mí. Eso es lo que me está pasando.

Después de un mes en Europa, me dispuse a volver a la oficina (claro, como siempre, contra mi voluntad). El día que toqué piso oficinistico, me desayuné que tenía que volar nuevamente, pero esta vez, no a Europa o USA, si no a Asia, a entrenar a las personas que nos estarían reemplazando en nuestro laburo. Dije que si desde el primer momento, oportunidades como esta se presentan una sola vez en la vida, pero no voy a mentir… tenía mucho miedo, incertidumbre. Estamos hablando de viajar 36 hs para llegar a un país completamente diferente a nuestra cultura occidental. Leer noticias, información, estadísticas, ver fotos. Darse vacunas a granel para impedir ciertas enfermedades, tener reacciones alérgicas a esas vacunas, junto con efectos adversos. Prepararse mentalmente. Así me embarqué en un viaje impensado.

Lo primero fue prepararme mentalmente para los casi dos días arriba de aviones. Yo y mi “no duermo en aviones se llevaron super bien», porque efectivamente solo logre cabecear un par de horas.

El primer choque fue en la escala de Doha, ya que mi blancura y yo fuimos víctima de lo llamado “bicho raro”.

La cuestión es que llegamos a Doha (Qatar) a la madrugada, después de un viaje en avión de 19 hs… Estaba muerta… quería ir a un baño que no fuera en el avión, quería un café rico, comida no recalentada y fumar un cigarrillo… todo en ese orden. La cuestión es que fui al ladies’ room, me tomé un café turco que me partió el bocho (increíble) y busqué uno de esos lugares que hay en los aeropuertos donde se puede fumar (son un asco… los odio porque hay un olor asqueroso). Cuando entré, en la puerta estaba por salir un flaco (árabe, claramente), pero cuando me vio, en vez de salir, me abrió la puerta y se vino a sentar al lado mío. Lo primero que hice fue llamar a mi vieja y avisarle que había llegado a Doha bien. La cuestión es que mientras hacía todo esto, el tipo miraba el teléfono y después me miraba a mí. No me miraba las tetas o el culo, me miraba a mí, a la cara. Traté de conectarme al wifi, pero no podía, y cuando vio (porque estaba buitreándome el fono) lo que intentaba hacer, me agarro el brazo y en un ingles híper choto, me dijo que me podía ayudar, le contesté que no, que gracias, pero se puso gede, así que lo dejé ayudarme. Conecté el wifi y en eso ve mi nombre y me empieza a decir «maría». «Hi Maria, how are you maria». Medio que entré en pánico… y justo cuando pasó eso, lo vi a mi compañero del otro lado del vidrio. Porque a mí me pasan siempre cosas raras!??!?! WHY ME!?!?!?!? Guardé todo a los pedos, y el flaco se levantó conmigo. Mientras iba saliendo, le hice señas a mi compa que estaba del lado de afuera, mientras que el personaje este se quedó adentro. Puso las manos en el vidrio y mientras me alejaba, me miraba, no se como explicarlo… como drogado o como boludo. Mi compa me prenguntó «que onda ese flaco, Vi? que le hiciste?», y yo totalmente descolocada ante la situación respondí: Nada Jon! te juro que solo fui a fumar! Y así fue que rajamos para el otro check in…

El segundo choque fue arribar al aeropuerto de Manila. Mucho contraste. De la opulencia de Doha, a algo tan diferente como Filipinas. Mención aparte el calor terrible y la humedad sofocante

Manila, como decirlo, es una ciudad completamente diferente a lo que venía viendo. La pobreza se palpita en todos lados. Es la capital de buenos aires multiplicada por 10. Esta híper poblada, y abunda el caos y la desorganización. Nadie respeta las señales de tránsito (los peores, como siempre, son los peatones, que cruzan por cualquier lado, en cualquier momento, arriesgándose continuamente a ser levantados en pala)

El contraste más grande, como parece ser en ciudades como esta, es la pobreza versus la suntuosidad, junto con el continuo crecimiento vertical de la urbe. No paran de construir. Los edificios más bajos constan de entre 25 y 30 pisos. En mi caso, estoy alojada en un hotel cinco estrellas, preparado para que el turista o visitante (muchos de los que están alojados en este hotel pertenecen a empresas que vienen hacer negocios acá) no tenga que salir. Minimercado, cuatro  diferentes restaurants, dos bares, pileta, gimnasio, laundry, y un séquito de cientos de empleados dispuestos a hacer cualquier cosa por vos. Me trajo directamente a la memoria esos relatos de gente que ha ido a All inclusive en países pobres, donde les aconsejan no salir del hotel.

Las personas en Manila son sumamente amables. Todos todo el tiempo están saludando a todos (no importa si estas en la calle o en un shopping o comiendo). Al referirse hacia uno, la palabra Sir o Madam, es la que inicia la conversación. Más allá de la situación social y económica, la gente acá es feliz. Siempre sonriente y dispuesta a ayudarte (en contraste con la sociedad europea, que esta siempre con cara de culo y en caso de los ingleses, con mala onda). Llegué en la época donde se están preparando para Navidad, fiesta que los filipinos AMAN. ¿Y porque digo AMAN? Porque en el lugar donde vayas, están sonando canciones navideñas. Según Jayson, uno de los pibes con el que estoy laburando, esto es así desde Septiembre (me pego un tiro en la sien)

Sé que lo que voy a decir va a traer cola, y que en un cierto punto va a ser difícil de comprender, pero este viaje, este país, este mundo, es mucho más rico, interesante y misterioso, que Europa. O por lo menos así lo vivo yo. Será que estar de turista en un lugar no es lo mismo que estar en un país por trabajo, mezclándote entre todos, escuchando historias, experiencias y viviendo otra realidad. No se si compararlo con Europa es correcto, son dos realidades totalmente diferentes, dos experiencias distintas. Habiendo hecho turismo en Paris y en UK, puedo llegar a decir que este país y esta cultura me llega más, y hasta a veces, me siento más distendida, más tranquila y con más curiosidad de conocer cosas. Me es raro entender el porque. Hablando con alguien, me dijo que eso podía ser la diferencia no solo de destinos, si no la manera de haber terminado acá. Un viaje planeado por años, las expectativas y (quizás) la desilusión de ciertas cosas. Versus este viaje, organizado propiamente un mes antes, todo a los ponchazos, sin seguridad de nada, sin saber que visitar, sin tener día a día planeado, y aún así mucho más excitante y más divertido.

Hasta hace un año, no tenía con que comparar el mundo, no tenía experiencia en viajes, y hoy me encuentro con la posibilidad de comparar 3 continentes. Este viaje, me muestra cosas que jamás pensé vivir. ¿Hubiese elegido este viaje y este destino por motus propio? JAMÁS. Pero estoy tan feliz de haber sobrevivido a mi primera semana, que no podía dejar de compartir esto. Todavía me queda un mes más acá, después Tokio (otro destino impensado)

Algunos datos sobre las Filipinas (sacado de conversaciones con locales y claro… de mi filoso sentido de la deducción):

El salario promedio de un empleado es de quinientos dólares.

El promedio de vida en la ciudad de manila es de entre 50 y 60 años (los que llegan a 60 no son muchos) debido a la smog, las condiciones ambientales, la alimentación y el nivel de vida.

El tránsito está totalmente colapsado. La mejor manera de describirlo sería: Panamericana o Gral. paz a las 8 de la mañana con un piquete constante.

Es un país en el cual la religión está dividida en dos: (sur del país) musulmanes y (norte del país) católicos.

En los shoppings, edificios y lugares públicos, se encuentran fuerzas policiales qué cachean y revisan bolsos (me dijeron que esto es debido a que en el sur hay células del Isis y que han tenido ataques terroristas en una estación de tren)

Los filipinos toman cápsulas vitamínicas para aclarar el color de piel.

En manila se encuentra el tercer shopping más grande del mundo, llamado Mall of Asia.

Todos los filipinos hablan inglés

El idioma oficial se llama tagalo y es una mezcla de español, inglés y dialectos asiáticos.

La isla está ubicada sobre la línea del Ecuador, por lo tanto es de clima tropical. Las estaciones se dividen en lluviosas y no lluviosas. La humedad no baja del 95%.

Abunda la comida frita. Está compuesta por pollo, pescado, arroz, fideos y verduras. El plato originario de acá se llama Balut (agrego link https://es.m.wikipedia.org/wiki/Balut). Comer acá para los extranjeros es muy barato. El cambio es el siguiente: 1 peso argentino = 3 pesos filipinos. 1 dólar = 50 filipinos. El valor promedio de una cena incluyendo bebida y servicio de mesa es de 250 pesos filipinos (83 pesos argentinos)

La salud y la educación son privadas (aunque el estado provee de ambas pero son muy carenciadas)

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