Superado el temita existencial que me aquejaba, sono tornato al mio essere mierdoso que tanto extrañaba (el fin de semana estuve usando mucho sarcasmo… lo anhelaba… Oh sarcasm… never leave me again, you are the only one I love). No, no voy a escribir nada de los simpsons, simplemente me gusta la frase y la pongo porque me place (volve Fabio, volve)
Este último tiempo me estuve debatiendo entre contar o no contar una historia que data de hace un par de años. La idea es contarla sin fecha excata para que el involucrado no se sienta zarpado (y se siente zarpado mejor… al fin y al cabo, la damnificada fui yo…). El contarla o no se debe a que, bueno, fue motivo de estar un poco (bastante) paranoica por un tiempo. En mi entorno, el personaje es conocido como “El GD”. Vayan sabiendo que TODOS pero TODOS los tipos a los que conocemos, son bautizados con sobrenombres. Absolutamente todos. No importa si haya pasado algo o no. Esto se debe que en las reuniones femeninas, cuando se quiere rememorar algún episodio en particular con dicha persona, es mucho más fácil traerlo a la memoria con apodos, por ejemplo a ser: El GD, el hombre rata, manos mágicas, El Brayan, El hombre instrumento, pulgarsito, cry baby, el hombre minitah, y así sucesivamente.
“El GD” de gede no tenía nada. Le habíamos puesto así porque en una foto salía con una remera de la renga y una botella de birra en la mano. Pensamos que era uno de esos personajes simpáticos que se suelen ver en los recis de la renga o del Indio. Hombre de pocas palabras, tranquilo (a simple vista) y con una voz muy particular (en realidad no se le entendía una mierda, pero viste que cuando en el conurbano sos un feto, en Palermo sos Exótico?… bue… su voz en San Telmo sería arrabalera… en el conurbano no se le entendía una chota). La cuestión es que quedamos en salir un sábado a la noche por Ramos. Copada primera cita. Primera vez en mucho tiempo, que un tipo pagaba una cena y no trataba de usar mi casa como un telo. Esa noche no pasó nada, más que un par de besos y bleh. Una cosa para remarcar? El comentario (y debo decir INSISTENTE) acerca de como mis caderas eran las mejores para tener hijos, ya que nacerían por parto narural. Ok… OK… este comentario fue dicho más o menos cuatro veces, pero yo, que cuando me encapricho con alguien me pongo pelotuda, lo dejé pasar. Mientras tanto, después de ese día, seguimos hablando.
Se dieron un par de salidas más, bastante copado todo, excepto que el tema de los nacimientos y los hijos y la procreación estaba bastante presente (y cuando digo presente digo ENFÁTICO). La última salida… la que hizo, digamos de un modo elegante, que desaparezca, fue un tanto complicada. Decidimos esa noche ir a dormir a un hotel (mi casa no es un telo… es MI CASA. No suelo invitar a tipos) después de la cena (y que yizuz me bendiga por tamaña decisión).
Cuando llegamos al hotel, todo joya, todo peola y esas cosas que hacen las personas cuando se conocen. La cuestión, es que entrada la noche, en la cama, comenzamos a hablar de nuestras vidas. Familia, facultad, amigos, experiencias. Me iba quedando dormida, de a poco, mientras el gd me abrazaba, hasta que escucho la siguiente frase “¿sabes que yo tengo un amigo que me ayudó a olvidar?”. Esta frase (no les voy a mentir amiguitas y amiguitos) captó mi atención.
Yo – ¿Cómo que te ayudó a olvidar?
GD – Si, me ayudó a olvidar.
Yo – ¿Pero que te ayudó a olvidar?
GD – No se, porque no me acuerdo
Yo – (ajam…) Bue GD, no se… no entiendo.
GD – Yo tenía una cicatriz, sabías?
Yo – (¿? No entiendo una chota) Ajam…
GD – Si… tenía una cicatriz que me hablaba.
Yo – (AHORA ES CUANDO DE REPENTE ESTOY BIEN DESPIERTA) Una cicatriz que te hablaba? Mira vos… (en ese momento empecé a tratar de buscar objetos con filo)
GD – Si, la cicatriz me hablaba
Yo – (DIOS DONDE HAY UN CUCHILLO) Y te acordás que te decía?
GD – Si
Yo -¿Qué te decía?
GD – Muerte y destrucción
Yo – (acá es cuando me muevo hacia el filo de la cama. Fight or Fly) Mira vos.
GD – Si, y mi amigo me ayudo a olvidar
Yo – No me digas.
GD – Si, pero no me habla más la cicatriz, porque mi amigo me llevó a un cirujano y me la sacaron.
Yo – Ah… que bueno (Yo tengo que dejar de buscar chabones recién salidos de los cotolengos)
GD – Si, ya no me habla más.
Yo lo se… yo se que una persona normal en ese momento tendría que haber volado de ahí, huído. Perooooooooo todos sabemos que lo normal y yo no nos llevamos bien. Además, mi cabeza vagaba por las diferentes posibilidades: ¿y si atinaba a irme y me corría y me mataba? ¿Y si la cicatriz le volvía a hablar en ese momento y me mataba? ¿Y si me mataba cuando trataba de escapar? Todo giraba en torno a la matanza (véase intestinos desperdigados, sangre, riñones y sesos esparcidos y esas cosas).
Trate de calmarme (no me calmé NADA). Al rato, escucho sonidos de ronquidos. El GD estaba durmiendo profunda y plácidamente, dead to the world. Como les digo que esa noche no pegue un solo puto ojo. Me fui a tirar al sillón que había en la habitación, mirando fijamente como el pecho del flaco se levantaba y se bajaba con cada respiración que se mandaba. Imaginando escenarios donde mi madre tuviera que venir a reconocer mi cuerpo (soy escritora y nerd… que pueden esperar? Normalidad? No señores), posibles velatorios, y esas cosas bellas que la muerte nos regala.
Pasada la noche eterna, en un momento vi que el gd estaba empezando a despabilarse. Para no avivarlo, me acosté al lado, haciéndome la recién despierta. Hubo un intento de “algo”. Como buena mujer cuando no quiere absolutamente nada, me deshice del intento aludiendo estar cansada por no haber dormido (saqué de la ecuación el miedo a que la cicatriz lo transformara en un Jayson o Freddy). Pero no se piensen que ahí terminó todo. Na… porque yo se que atraigo gente rara, rota y dañada emocionalmente, ese NO PODÍA ser todo el final.
Luego de una breve charla, empecé a sentir un olor raro, extraño (olor a caca básicamente). Jamás incurrí a soltar un elemento gaseoso de mi cuerpo, así que estaba segurísima que yo no podría haber sido. Quedó por descarte él. Pero el olor seguía, no se iba. Muy muy persistente el aroma a rosas (not rosas). Cuando la charla terminó (debido a la cara de asco que estaba manejando), el gd se levantó para ir al baño. Y ahí fue cuando lo vi. No, no era un misil en el placard. El gd se había cagado (LITERALMENTE) encima, y como prueba, las sábanas blancas estaban manchadas de un marrón distintivo. Con una voz tranquila, fiel a mi carácter (se imaginan que me puse a los gritos, no?), le dije que se bañara porque estaba “sucio en la cola” (not my finest moment, I know). Mientras aproveché para cambiarme a la velocidad de la luz, y esperarlo en la silla de la puerta para HUIR de manera imperativa.
Una vez logrado el escape, le dije que me tenía que ir porque tenía cosas que hacer (creo que le dije que mi perra estaba sola hace mucho tiempo ¬¬).
El gd trató de contactarme un par de veces más. No… no voy a mentir. No se si trató de contactarme porque yo lo bloquie de todos lados. FB, IG, WhatsApp, mail, mensaje de texto, llamada entrante. De todos lados. Por suerte nunca pasó por mi hogar, de lo contrario tendría que haberme mudado…
Ya lo se… no lo digan. Atraigo gente rara, gente que no es normal. Pero bue… que es la normalidad más que una convención social dictada por la sociedad hegemónica que nos gobierna?
No se preocupen, no aprendí una mierda y sigo atrayendo las mismas personas. Shit happens, you know?