Traeme el Baygon Elvira!

El 2016 terminó bomba bomba (no me vieron explotar por ahí)? Y este año Elvira se viene con todo, eh! Guarda! tarifazos, pérdida del poder adquisitivo, problemones en el laburo… no se porque, pero siento que estoy en el 2016… en finnnnnnnnnnnnn

Ya estoy averiguando por los pantalones de la Bullrich, porque me da que la voy a tener que pelear bastante. Remar en plomo diría más precisamente… Y yo que creía que este año iba a ser tranquilo…

Pero pongámosle onda (?) y vayamos al tema puntual que nos compete (con-pete… 15 años tenía la mina…) hoy: El Baygon (se me cayeron 20 años encima).

Unos findes atrás conocí Mar del Plata. ¿La ocasión? Un viaje que nos debíamos con mis amigas, usando como excusa que una se me pasa para el bando de las casadas.

El viaje fue realmente perfecto. Todo fue perfecto. Haber estado todas juntas fue perfecto. Sorpresas, comida, rabas, rabas, rabas, rabas ¿Ya dije rabas? Mar, playa y sorprendentemente nada de alcohol… La vejez… Los treinta están cada vez más tirantes.

Pero vayamos más específicamente al título del post de hoy.

Una sola cosa estuvo turbia en el viaje. Bah, en realidad dos cosas: El micro de ida y el micro de vuelta.

Comencemos por decir que nos tomamos el micro lechero, el que para en cada rincón del mundo. Además de parar en cada rincón, parece que los señores tomaban mucho mate, porque paraban a cada rato en la ruta.

No esta de más decir que la clase ejecutiva es una MENTIRA señores… bah… yo pensé que iban a ser cómodos, y fue lo menos del mundo. Olvídate que pude pude dormir o descansar. Pero lo terrible fue el viaje de vuelta…

A las 23 salió el micro. Nosotras haciendo bardo y contando anécdotas de viajes pasados… incluso llegamos a cantar la típica canción hacia el chofer (ni en pedo digo cual es… no tengo ganas de que hagan cuentas). Después de un rato logramos serenarnos (?) y nos dispusimos a tratar de dormir. Como estaba muerta de cansancio, pude dormir hasta que….

A las 4 de la mañana el Bondiman decidió que para que 2 pasajeros (DOS PUTOS PASAJEROS) bajaran del micro, tenia que prender todas las luces del micro. Mis amigas y yo total y absolutamente encandiladas. Esperamos que en bajaran los pasajeros de La matanza (se… La Matanza… Harmoso todo) para que apagaran las luces, pero las luces no se apagan…

Decidí acomodarme un poquito… y en ese momento fue cuando el infierno se desató…

Escuché el grito de una de mis amigas, como si la estuvieran acuchillando. Acto seguido vino la palabra CUCARACHAS.

Resulta ser que el micro estaba infestado de diminutas criaturas que seguramente estuvieron caminando por ahí durante todo el viaje… y nosotras durmiendo como morsas con la boca abierta. Prefiero no enterarme JAMAS si me tragué una («Ay Victoria! Te has dejado comer por cada bicho» Valush dixit)

La cuestión es que empiezan a aparecer muchas cucas pequeñas, Val queda en estado de shock y pega pequeños gritos con el aparecer de cada bichito, despertando así a los demás pasajeros.

Todas nosotras en el pasillo paradas, mirando como los animalitos de Dios caminan por las paredes. Angie, la más valiente, se desprende de su ojota y empieza a los ojotazos limpios. A diestra y siniestra empieza a acabar con las vidas de las cucarachitas. Después de unos minutos, algunas murieron y otras desaparecieron, así que decidimos volver a nuestros respectivos lugares, excepto Val, que estaba todavía muy conmovida (?) por la situación, decidió sentarse al lado mio por lo que quedaba del viaje. Aún no creía que una de nosotras haya matado algún insecto, así que Angie envió pruebas de la matanza al grupo de WhatsApp:

Luego de las pruebas (y de media hora riéndonos hasta las lágrimas) y de que la Ques se indignara un poco por la gastada, tratamos de calmarnos.

La Ques quedó sentada al lado mío, con el teléfono en la mano y siempre alerta a nuevas apariciones.

Luego de la parada en La Matanza, el micro paró un par de veces más. Así fue como traté de llamar la atención del Bondiman, para contarle el dramón que estábamos viviendo:

Yo: Señor, señor, disculpe que lo moleste, pero el micro esta infestado de cucarachas.

Bondiman: (cara de culo) Ya se piba, hace una hora que las escuchamos gritar.

Yo: No se podría hacer algo?

Bondima: Si, bajate si no te gusta.

Comprendí entonces que al señor le chupaba un huevo.

Volvieron a aparecer un par de cucas más, la Ques siguó cambiandose de lugares y pegando gritos, yo no volví a dormir (vi las 9 paradas más que hizo el micro: Caseros, Santos Lugares, San Martin, Martelli, Puente Saavedra, Vicente Lopez, Olivos, Martinez y San Isidro… si, me las acuerdo…), Mecha se convirtió en oruga y Muri y Valush se durmieron como si nada.

Algo bueno sacamos de todo esto… Hicimos el reclamo en la página de la empresa y nos regalaron pasajes gratis… yin yang, no?

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