Me aburren las cosas intermitentes. Esas qué están un momento y después desaparecen. Me aburren las cosas que solo pasan porque son novedades, estas qué como son brillantes sirven. A mi dame lo oxidado, lo que cuesta, lo que se transforma y sigue mutando. Lo demás, lo que permanece estático y nunca cambia, eso no lo quiero.
Estas, no estas, y es lo mismo porque no cambia la piel.
Seguramente lo que tiene purpurina y dice todo qué si es más divertido qué lo difícil. Seguramente conseguir esa figurita qué nadie tiene hace todo más alegre. Que pasa entonces cuando la conseguís? La descartas porque ya no es novedad?
Yo también brillo en la oscuridad si me pones al sol doce horas, pero cuando el efecto pasa, sigo siendo yo, aunque no emita luz y parezca aburrida.
Miro al espejo otra vez. Otra noche. Otra vuelta. Y según el día lo que refleja es diferente pero sigue siendo lo mismo. Todo depende del cristal.
Eso viejo, con cicatrices, con capas, con grietas, eso que esta.
Todo parece ahogar. Lo que asfixia hoy, es lo que va a dejar respirar mañana. Sentado en la esquina viendo pasar lo que fue y girando cinturas esquivas.
Ver con claridad el bosque es algo que se adquiere con los años. Esos qué a veces pesan y esos qué a veces te salvan.
Dale tiempo a las cosas. Deja que maduren, qué florezcan. Que destaquen. Sacate la bruma de las pupilas y solo ahí se verá que hay realmente.
Espejitos de colores sobran. No te dejes engañar, a veces vemos lo que queremos, no lo que es.
Elvira Pone Los Fideos 