The beginning is the end is the beginning

A dos meses de la finalización de mi primer viaje al viejo mundo (ahre que soy poeta) me puedo sentar mas de cinco minutos en paz y escribir. Escribir por primera vez de la experiencia. Verdaderamente no se como va a fluir el relato (voy a tratar de no mandar todo de una), si se que voy a tratar de escribir lo que más me marcó (y no… no voy a escribir de la belleza, de eso escriben todos…)

La primera parada (fue un viaje multi destino) fue en Foz do Iguazú. Para llegar hasta allá, tuve que hacer la chineada (si, inventé un sustantivo, vengan de a uno) de viajar hasta el aeropuerto de Iguazú para luego abordar un transfer que me llevara hasta el hotel donde iba a parar.

Como es sabido por el público (iba a usar la expresión «ahre» de nuevo… pero mejor no) lector de este blog, atraigo a las situaciones bizarras. La primera que tuve que atravesar fue en el avión mismo. Si, soy atolondrada, apurada, ansiosa y bleh, por esó, ni bien se abrió el check-in web de Latam, me tiré a elegir el asiento de la ventana. Tengo eso de maravillarme tremendamente con el cielo, las nubes, el sol (será por eso que vivo con la cabeza en las nubes? Da para pensar…), no importa cuantas veces viaje, estar en el aire y mirar por la ventana es algo que me desestresa. La cuestión, es que como buena minitah, hice todo con tiempo para no andar corriendo o me toque un asiento feo. Nunca entendí porque la gente hace cola en la puerta de embarque MEDIA HORA ANTES DE QUE ABRA LA PUERTA. Es como hacer la cola en el cine: Really?!?! si están enumerados, porque tanta desesperación? En fin. Paso el embarque, busco mi asiento, me coloco en posición, saco el libro que estoy leyendo y se sienta al lado mío una nena (que después supe tenía 7 años) y su padre. No me molestan los niños… bah… no me molestan mientras no griten, salten, se muevan, hablen, etc (¬ ¬). La cuestión es que minutos después, aparece la madre, con un niñito en brazos QUE GRITABA COMO SI LE ESTUVIERAN ARRANCANDO LOS OJOS, y me mira:

Señora: Hola, disculpame que te moleste, pero la azafata me dijo que me ibas a cambiar el asiento.

Yo: (levanto los ojos, la miro con cara de «wtf?») Perdón?

Señora: Si me cambias el asiento, la azafata me dijo que me lo ibas a cambiar.

Yo: Mira, me acabo de sentar, y la azafata no me dijo nada.

Señora: Bueno, me lo cambias?

Yo: Es ventana?

Señora: No, es salida de emergencia, en el medio.

Yo: (JAJAJAJAAJJAJAAJJAJA que buen chiste) No, disculpame pero no.

Señora: Dale, me dijo la azafata que sí lo ibas a hacer.

Yo: (Pero LPM!) Mira, todo bien, pero no.

Señora: OK (con cara de culo mira al marido). Toma, quedate con el nene.

La señora divina, le dejo al pibe (que durante nuestro intercambio de palabras NUNCA dejó de llorar) al marido y se mandó a mudar. Karma it’s a bitch. Así que lo que duró del viaje, me la pasé hablando con la nena (que por cierto, era un amor) de la escuela, vimos una peli juntas, todo mientras el pibito lloraba bloody murder.

Después del viaje accidentado (y un dolor de cabezas monumental), fui a buscar mi valija (que llegó última porque si no, no sería YO), me dispuse a buscar el transporte contratado (había llamado el día anterior para contratar una combi que pasaba a buscar a las 13 hs a los huéspedes del hotel). Esperé 10, 15, 30 minutos hasta que llamé a la agencia.

Yo: Hola, si, era para chequear que la combi venía a las 13 hs., mi apellido es Bleh

Agencia: Ahh, si, acá estás, pero te tenemos anotada a las 16, así que tenes dos opciones. Podes esperar la combi (que salía 250 pesos) o te mandamos un remis ahora, que va a tardar una hora, y te sale 700.

Yo: ahhh ok, gracias, la espero.

Si, estaba de vacaciones, pero pelotuda no soy. Así que ahí me quedé. En el aeropuerto de Iguazú, vestida para 15 grados en una provincia donde la mínima al mediodía es de 27 (les dije que amo el calor? *inserte sarcasmo aquí*).

Pasado el bardo de la combi, llegue al hotel donde todos hablaban portugués, idioma que no entiendo (me pone nerviosa cuando no entiendo a las personas). Me acomodé en mis aposentos, pagué la excursión a Cataratas y me fui a boludear por ahí.

Al día siguiente debía despertarme MUY temprano, ya que la excursión salía a las 7 de la mañana (que lindo poner el despertador en vacaciones… como me encannnnnnnnnnta). Nunca había ido de excursión con un guía, era la primera vez, ya que todas las anteriores vacaciones siempre habían sido autogestionadas, con amigas o sola. La cuestión es que descubrí que las excursiones con guía no me gustan. Me sentía una mascota. «Vengan para acá», «vayan para allá», «tienen diez minutos para descansar», «un minuto para fotos», y mientras pasa todo, vos vas corriendo de acá para allá, siguiendo un paraguas que se mueve para todos lados y una guía que debía estar podrida de que los turistas le preguntaran siempre lo mismo. Más allá de todo, cataratas es lindo, pero es un lugar para ir en Marzo con los jubilados, en pareja o con la familia. Más de una vez me preguntaron «como solita?». En fin…

Fueron cuatro días de paja, cuatro días de vagancia, de chupar, de tomar sol, y bajar decibeles… más allá de eso, los brasileros son molestos, gritan y no entiendo lo que dicen.

La frutilla del postre fue el «desayunarme» no tener el papelito de migraciones que decía que habia entrado al Brasil. Así que ese mismo día, algo que me tendría que haber tomado 15 minutos, me tomó una hora. Ir hasta el aeropuerto de Foz, que me pidan el papel, no tenerlo, entrar en pánico de deportación a Buenos Aires, pánico de perder el vuelo, imaginarme pagar todo otra vez, ponerme a llorar, salir a la puerta, buscar un taxi, ir hasta la frontera, llenar el puto papel y volver al aeropuerto de Foz. Todo por la módica suma de un riñon. Una ganga.

En fin…

De ahí, era un vuelo a San Pablo. En San Pablo tuve que correr porque la conexión era enseguida (sumenle lo virga de aeropuertos que soy, corriendo por Guarulhos, con la valija siendo revoleada para todos lados y nerviosa porque me habían dicho «Guarulhos es gigante, en una hora no llegas… TOMÁ PUTO! llegué!). Volver a esperar que la puerta de embarque se abra, y ver como todos los boludos hacían fila media hora antes.

Cuando avisaron el abordaje, en la fila, a unos pasajeros de distancia, había un flaco hermoso… bello, con una remera de pantera, ojos negros, pelo negro, barba (si, le hice una resonancia y rayos x también). Porque nunca me toca al lado de ese tipo de personas? Porque siempre me toca al lado de pibes nerviosos que lloran? Ya había divisado a mi compañero de asiento. Una madre y un niño molesto. Estaba prácticamente desahuciada (no será mucho, no?). Abordamos el avión. Me esperaban 13 hs de tortura… excepto que… cuando llegué a mi asiento en la ventana (obviamente) no tenía al niño, sino al flaco que había escaneado en la puerta de embarque. Pero bueno… como ya sabrán, mi interacción con los hombres ao vivo es pauperrima… así que me dedique a ni mirarlo, no moverme, y tratar de no hacer papelones (cosa que no logré ya que a la hora de la cena quise hacerme la genia hablando en inglés y me salió algo así como un indio siendo ahorcado… soy un fracaso). Y así fueron mis 13 hs a Frankfurt, tratando de no mirar al flaco lindo por temor a que se de cuenta que efectivamente quería mirarlo.

Lo que siguió sera parte de otro post… banquen que me vuelva a inspirar (aviso que pueden pasar años…)

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