Mi ex y yo estábamos en La Plata, en la fiesta de graduación de un amigo de él. Estabamos en el depto, dando vueltas y chusmeando la colección de CDs que tenía. Cabe destacar aquí que por ese entonces yo estaba desesperada por conocer música nueva. Hacia solo dos años que había conocido a The Cure, y estaba en plena expansión musical. Durante años estuve en una busqueda implacable de algo que me completara, hasta que conocí a Roberto y su banda oscura. De allí en mas mi unica obsesión era compilar música. CDs y mas CDs lleno de lo que viniera. Depeche Mode, The Smiths, Placebo, Massive Attack, Bowie, Radio Head, entre los más conocidos, y otras tantas bandas que no eran de renombre. Todo era bienvenido. Así que se imaginan, como una niña por ese entonces, que casi nunca había salido de San Martín, de repente se encontraba en la otra parte de la provincia, con gente totalmente bizarra y una pila de discos interminables. Era mi propio Disneylandia.
Diego sacó dos discos del estante. Uno que se llamaba «Debut y despedida», de San Martin Vampire y otro que tenia en la tapa una mina tirada en una cama, el titulo decía «Shh» de Adicta.Fue amor a primera vista. Sonaron en loop por MESES. Por años.
Mi ex me llevó al mítico Cemento a verlos en vivo. Todavía recuerdo la frase que me dijo «Vas a ver que cuando los veas en vivo te van a cerrar aun más». Y así fué. Y así conocí a la banda por primera vez. Rudie, Toto y Favio, la formación con la que empezaron. Toto vestido de colegiala, pollerita escocesa, medias rotas, botas y totalmente perdido en la música. Lo amé. Lo amé aun más ese día.
El destino quizo que tiempo después, pudiera conocerlo en persona. Fué también en Cemento. Había ido a un recital de Miranda! con unas amigas, y un pibe se me acercó para darme un flyer que avisaba de la presentación de «Miedo» en Niceto. Le dije que gracias, pero que ya tenia la entrada. Así nos pusimos a charlar y obviamente le conté de mi amor por Toto. Me dijo que estaba ahí porque iba a subir a cantar un tema con Miranda! y me preguntó si lo quería conocer. No me da vergüenza decirlo: FUI UNA DE ESAS FANS QUE PRACTICAMENTE SE MEAN ENCIMA. Lo abrace, le dije que sus canciones me habían acompañado muchas veces, que cuando lo escuchaba no me sentía sola, y no se cuantas boludeses mas le dije. Fué un amor. No paraba de sonreírse y creo que se sintió incomodo, pero no me importó, lo tuve delante.
En un show le regalé un anillo mientras cantaba «Vidrios», uno de mis temas preferidos.
Corrí a la Bond Street para comprar «Ciudadano Toto» cuando salió a la venta.
Fuí al teatro Broadway cuando presentaron «Día de la Fiebre».
Lloré con «Cátedras» mientras me acompañaba en una separación.
Toto siempre estuvo ahí. Hace 14 años que Toto me acompañaba, que me entendía. De esa forma rara que una banda/cantante te acompaña en todos los momentos. Cuando te sentís sola, cuando estas enamorada, cuando te rompen el corazón, cuando no sabes que camino tomar.
Desde ayer Toto no esta más, y con él se me fue una parte de mi corazón. Tengo una tristeza que hace mucho tiempo no tenía. Ese tipo de tristeza que te pesa el corazón y las lágrimas son pesadas. Con él se fue una parte de mi adolescencia, una parte de mi juventud, una parte de mi historia.
Chau Toto. Ojalá que donde estés, el alma no te duela tanto